El Concours ASI du Meilleur Sommelier du Monde, que tuvo lugar en Mendoza entre el 16 y el 19 de abril, llegó a su fin. En una reñida competencia, en la que tuvieron que demostrar habilidades para degustar, maridar y explicar vinos y gastronomía, además de spirits y bebidas en general, el ganador superó a los 61 participantes de 58 países y se consagró como el mejor sommelier del mundo en una final propia de un reality show en el Teatro Independencia.
“Fue una competencia muy difícil, no creí que ganara. Gracias al equipo Sueco, gracias a mi familia y a mi novia que está aquí y que me acompañó en todas estas horas de estudio” dijo frente al aplauso cerrado de los 600 asistentes a la final.
Jon Arvid Rosengren fue el mejor, aunque no por lejos. Ya que David Biraud por Francia y Julie Dupouy por Irlanda también estuvieron a la altura. Para llegar a ese trío en la competencia final, los quince participantes que habían conseguido poner un pie en esa instancia, subieron al estrado como es la tradición. Allí se enteraron, entre ellos la argentina Paz Levinson, que no tuvo espacio en la prueba final aunque se consagró como la cuarta sommelier del mundo y primera mujer de toda la compentencia.
Durante las próximas tres horas se enfrentaron a un jurado integrado por los mejores sommelier del mundo en otras competencias frente a un público compuesto por sommeliers internacionales y delegaciones que llegaron a Mendoza para esta competencia.
Con destreza, precisión y no sin nervios, Jon Arvid Rosengren, logró conquistar al jurado, que finalmente lo consagraron como el mejor. El “Concours ASI du Meilleur Sommelier du Monde” se realizó por primera vez en Argentina y tuvo como epicentro la ciudad de Mendoza. Contó con el auspicio de COVIAR, el Fondo Vitivinícola, Wines Of Argentina y 84 bodegas locales.
Difícil concurso
Según el candidato polaco, Piotr Pietras, semifinalista, lo más difícil de la competencia fueron los exámenes escritos. “Eran tan precisos que había que saber, a contar de una foto impresa de un insecto, de qué plaga estábamos hablando”. En eso, todos los candidatos transpiraron la gota gorda el sábado 16 por la mañana.
Las pruebas de semifinales, sin embargo, fueron prácticas y el público acreditado podía asistir. En una de ellas, debían catar dos vinos, uno tinto y otro blanco, y sugerir su maridaje de uno a elección. Cuando terminaban de comentarlo, el jurado les decía que preferían tomar otro vino y sólo les quedaba un minuto para rearmar el cuento.
A Elyse Lambert, de Canadá, también semifinalista, por ejemplo, la traicionaron los nervios en una de las pruebas. Debía servir un vino fortificado y maridarlo. “Aquí tenemos un late harvest de Malbec hecho en Argentina”, insistió, sin reparar en que hablaba de otro tipo de vino: fortificado y late harvest no son lo mismo. Una traición de nervios.
En la parte de la cata, la semifinalista Paz Levinson, de Argentina, fue muy precisa: tenía un blanco frente a sí que describió como de “Alsacia, de la cosecha 2001”. En rigor era de otra zona, Alemania ,1999, según supimos luego.
Los japoneses, por su parte, en un cocktail relajado al cabo de las pruebas, dijeron que lo más difícil para ellos fueron los exámenes escritos. “El servicio es algo que en Japón tenemos muy trabajado. Nos sentíamos muy confiados en eso,” dijo sonriente, Satoru Mori, que compite por tercera vez y por segunda vez llega a la semifinal.
Por todas ellas, más un total de doce pruebas, el actual Meilleur Sommelier du Monde, Jon Arvid Rosengren, pasó como el mejor de todos. Ahora, tiene tiempo de relajarse para replantear su vida laboral, ya que las opciones de trabajo le lloverán de todo el mundo. El resto, deberá esperar hasta 2019, cuando se organice el próximo mundial y entre tanto presentarse a los concursos regionales.
Joaquín Hidalgo
