Al igual que en el resto de las zonas vitícolas argentinas Cafayate evolucionó mucho en la última década. Si bien las características que imprime la altura parecen imposibles de esquivar para la enología, lo cierto es que hoy sus vinos son más amables y elegantes que en el pasado, cuando se hicieron fama de recios y rústicos.

La clave de esta nueva etapa de la vitivinicultura salteña no reniega de los estilos tradicionales, aunque asume que es necesario disminuir la concentración y el grado alcohólico de los tintos principalmente. La búsqueda apunta a producir vinos dóciles donde las características frutales sean protagonistas en sintonía con paladares frescos que compensen el vigor impreso por los taninos siempre sólidos de los vinos de altura.

Todo esto pudimos experimentarlo el pasado fin de semana en Cafayate, durante la octava degustación anual del Consejo de Profesionales de la Vitivinicultura del Noroeste Argentino. Un evento que tiene como finalidad compartir con consumidores y profesionales la calidad de la cosecha del año en curso, vinos y estilos.

De principio a fin los enólogos hicieron hincapié en la excelente calidad lograda durante la última vendimia, tanto en los blancos como en los tintos y por eso mismo sumaron a la degustación, que habitualmente tiene como protagonistas a los Malbec, Cabernet Sauvignon y Torrontés, cepas como Cabernet Franc, Bonarda, Tannat y Sauvignon Blanc.

Totalmente a ciegas y sin dar a conocer al productor, la degustación invitó a descubrir los avances que tienen lugar por estos días en la región, un punteo que compartimos para que no te quedes afuera del nuevo mundo del vino de altura.

Cabernet Franc. Cafayate sólo cuenta con 14 hectáreas de la cepa estrella del 2014. Desde su llegada a la región el Franc tuvo la misma finalidad que en el resto del país: ser un componente de corte que aporte estilo y elegancia. Algo que seguirá así a pesar de las tendencias. Sin embargo la degustación anual permitió conocerlo puro, tal como sale de los viñedos. El resultado es un tinto profundo, algo recio en su ataque y de marcada personalidad herbal.  Los aromas a morrón, típicos de la zona, se presentan frescos tanto en nariz como en paladar, donde su textura untuosa aporta un final amable. Pero como dijimos anteriormente lo mejor hay que buscarlo en blends como Amauta Corte Innovación IV de Bodega El Porvenir de Cafayate o en la última añada de uno de los íconos cafayateños, Altimus 2011 de El Esteco.

Cabernet Sauvignon. Es la segunda cepa más cultivada en los valles calchaquíes  y para muchos sus vinos son más representativos de la zona que el Malbec. En los últimos años se ha evolucionado en su cultivo desde lo cualitativo y esto dio lugar a vinos más elegantes. En el evento se presentó un corte elaborado por dos enólogo que daba cuenta del estilo actual del Cabernet de altura: aromáticamente sobrio, con buena carga frutal en sintonía con las especias, piracina apenas presente y un paladar equilibrado en los altos decibeles que marca el terruño. Este nuevo estilo hoy puede apreciarse en Quara Single Vineyard 2011, Domingo Molina 2011 y Piattelli Premium Reserve 2013, vinos de segmentos diferentes que resumen para donde va Salta con sus Cabernet.

Malbec. Al igual que en todo el país el hijo prodigo de Cahors es la cepa con mayor presencia, ya que cubre el 35% del total de sus viñedos. Aquí, el Malbec da una de sus versiones más intensas con colores casi negruzcos, aromáticas profundas de importante identidad herbal y especias con paladar voluminoso de taninos firmes. Así son los tintos de Altura.

El evento guiado por los profesionales permitió experimentar tres estilos muy diferentes, el más fresco y frutado, el que se vale de la intensidad de especias y hierbas y el denominado “vallisto”. Este último es el que apuesta a menor intervención y a un carácter más crudo, un tipo de vino que fascina a los fundamentalistas de los vinos de altura. Para entender mejor de qué hablamos, para el primer estilo se puede recurrir al Cafayate Reserve o el Desvarío Malbec 2011 de bodega Tierra Colorada. Con estilo más refinado y un importante potencial de guarda se encuentra la novedad de la góndola, El Esteco Malbec 2012 o Anko Flor de Cardón. Pero quizás el que más pasiones moviliza es el de los vinos que llevan la rusticidad del valle a la dimensión del placer, como San Pedro de Yacochuya 2011 y de reciente aparición Altupalka, con su Malbec Extremo.

Tannat. Si bien muchos la candidatean como la cepa tinta con mayor proyección en la región, otros aseguran que el mercado no esta listo para el vigor de sus vinos. Pero cabe destacar que la muestra da cuenta de un estilo más fresco, tenso y con paladares casi domesticados que seguramente convenzan a muchos. Mientras tanto, recomendamos Don David, Coquena de Bodega Yacochuya, Laborum Single Vineyard El Retiro o algunos blend Malbec-Tannat como Domingo Molina Hermanos o Piattelli Premium Reserve 2013.

Bonarda. Si bien se  trata de la cepa tinta que escolta al Malbec a nivel nacional, en Cafayate representa apenas el 1,5% de la superficie de viñedos. De todos modos, están los que aseguran que su potencial es muy interesante gracias a que  brinda vinos de buen color y complejidad aromática que ayudan a equilibra los blends en épocas de mucho vigor, algo que notamos desde siempre en el Amalaya Gran Corte.

Sauvignon Blanc. Aunque son pocos los que creían posible desarrollar una cepa de ciclo corto en el clima riguroso de altura, lo cierto es que cada vez son más los exponentes que dan muestra de un potencial a exprimir con el Sauvignon Blanc de la región. La clave esta en las frías noches del valle que pueden definir una amplitud térmica mayor a los 20 grados diarios. Es por esto que se logran blancos vibrantes de enorme tipicidad como el de Ciclos, que recurre a un mínimo uso de roble para levantar su estilo y el RD de Bodega Tacuil que ofrece un talante más profundo y novedoso de marcado perfil vegetal.

Torrontés. Dejamos lo mejor para el final. Hablamos del blanco más característico de los viñedos de altura y estandarte de la vitivinicultura salteña. Mucho se ha evolucionado con esta cepa desde mediados de los 80’, cuando la industria asumió que se trataba de una vairedad de calidad que podía dar grandes vinos. Hoy a partir de minuciosos trabajos en el viñedo y un rendimiento adecuado, el Torrontés demuestra que puede alcanzar tanto estilo y elegancia como cualquier otro blanco del mundo. Actualmente para su elaboración muchos recurren a maceraciones en frío, vinificación con hollejos y hasta el roble buscando  expresión, paladar pleno y potencial de añejamiento. Se presentaron dos estilos, por un lado los de perfil típico, fresco y frutal y por otro los que ostentan un salto estilístico, que lo convierte en un blanco cosmopolita. Entre los primeros se destacan los producidos por Amalaya con un dash de Riesling, el Cafayate Reserve de Etchart y el Domingo Molina. Mientras que entre los más complejos podemos citar el de Colomé , el Quara Single Vineyard o el Ciclos de El Esteco.